martes, 31 de mayo de 2011

Barcelona en 1908

Una joyita de los archivos de la Filmoteca. El cineasta Ricardo Baños se montó en el tranvía de Barcelona y grabó desde él una película que nos muestra el aspecto de las principales calles de la ciudad en el año 1908. Es como una ventana a una época desaparecida. Apasionante.

Barcelona en 1908. Filmado por Ricardo Baños.

viernes, 27 de mayo de 2011

Atilio Regulo, un tipo duro que dio en el clavo…

Roma construyó su imperio gracias en gran medida al temple de hierro de su clase dirigente. Durante la época gloriosa de la república los senadores que mandaban sus ejércitos y dictaban su política eran hombres duros, que ponían por delante de todo el bien del estado, aunque eso les costara muy caro. También es cierto que estos personajes eran hombres básicamente incultos y crueles con sus enemigos, pero está claro que los grandes poderes que han surgido en este mundo no se construyeron a base de bondad, sino con el filo de la espada (o del poder atómico, según los tiempos)

De 264 a 241 a.C. Roma se empeñó en la Primera Guerra Púnica, en su lucha con el que era su gran rival por el dominio del Mediterráneo, la ciudad de Cartago. Esta era la gran potencia que controlaba todo el comercio marítimo en la zona. Sicilia era en buena parte suya, así como el norte de África y la parte costera de Hispania. Los rudos romanos decidieron que no había sitio para dos gallitos en el corral y con un pretexto cualquiera iniciaron las hostilidades.

Fue una guerra dura, donde los romanos tuvieron que aprender a combatir en el mar, ellos que a duras penas sabían lo que era navegar. Pusieron al frente de la flota a uno de sus cónsules, un plebeyo de nombre Marco Atilio Regulo, que derrotó a los cartagineses en el Cabo Ecnomo y tuvo la osadía de desembarcar en la costa africana. Gracias a la incompetencia de los generales púnicos pudo llegar a las mismas puertas de Cartago. Parece que la guerra estaba a punto de concluir y cubrir de gloria a Atilio.

Éste, viéndose ya coronado de laurel, rechazó las desesperadas propuestas de paz del enemigo. Pretendió imponer condiciones inaceptables, seguro como estaba ya de su victoria. Los cartagineses no tuvieron otro remedio que pelear. Contrataron a un general mercenario, Jantipo, un espartano, que se puso manos a la obra. A pesar de tener un ejército muy inferior, consiguió aplastar a los romanos en los Llanos de Bagradas y apresar al mismísimo Atilio Regulo. Era el año 255 a.C. Jantipo no obtuvo su justa recompensa a tan resonante éxito: tuvo que poner pies en polvorosa poco después, pues temía ser asesinado por sus clientes, que no veían con buenos ojos que el griego tuviera el atrevimiento de reclamar su salario.

Regulo se pasó los siguientes cinco años encerrado en una cárcel cartaginesa. Sin embargo, Roma consiguió derrotar de nuevo a sus enemigos, hasta el punto de que éstos tuvieron que enviar una embajada para solicitar la paz. Tuvieron la brillante idea de enviar con los suyos al prisionero, para que éste intercediera ante sus conciudadanos en favor de un acuerdo. Regulo se comprometió a volver a Cartago si su misión no tenía éxito.

Ahora viene la parte curiosa de la historia. Cuando llegaron a Roma, Regulo se negó a entrar en la ciudad en calidad de prisionero. Cuando fue persuadido al fin y tuvo la ocasión de hablar ante el Senado, no sólo no se atuvo al guión previsto, sino que, muy al contrario, animó a sus compatriotas a no negociar y aplastar al enemigo sin piedad.

Salvator Rosa Muerte de Atilio Regulo

Sus amigos fueron incapaces de convencerle de que rompiera su promesa y se quedara en Roma. Volvió a Cartago, donde le dieron un castigo de aquellos que marcan época. Los cartagineses lo torturaron cruelmente y remataron su faena haciéndolo morir en un tonel totalmente lleno de afilados clavos. Otra versión igualmente truculenta refiere que le fueron cortados los párpados, encerrado en una habitación a oscuras y sacado al exterior cuando el sol era más ardiente. Los antiguos eran realmente sofisticados cuando se trataba de ser crueles.

Roma acabó ganando la guerra y las que siguieron contra Cartago. Le costó otros cien años doblegar a los púnicos, pero cuando en 146 a.C. consiguieron entrar en la ciudad enemiga, la destruyeron hasta los cimientos y sembraron de sal el solar para que nunca más pudiera renacer su odiada enemiga.

Este triunfo hizo de Roma la capital de un imperio inmensamente rico y poderoso. Obtuvo el poder absoluto, pero la opulencia cambió para siempre el perfil del pueblo romano. Comenzaron a leer, a bañarse y a ir al teatro. Fueron cultos, brillantes y poderosos, posiblemente más tolerantes con los otros pueblos, e incluso llegaron a admirar a algunos de ellos, como los griegos. Tipos duros como Regulo ya no tenían sitio en una civilización más avanzada. El senador campesino y general dio paso al emperador poeta o filósofo. A la larga otros pueblos salvajes acabarían con los romanos igual que ellos hicieron con los habitantes de la rica Cartago, la Reina de los Mares.

Además de divertido… era cierto

Llevo toda mi vida leyendo libros de Historia: unos gordos y pesados, otros pequeños, más interesantes unos que otros, unos cuantos divertidos. Evidentemente, no tengo esta afición por puro masoquismo, sino porque considero que uno puede instruirse y conocer cosas del pasado mientras pasa un buen rato.

Me apasiona la Historia porque es el relato de hechos que realmente ocurrieron (al menos en la versión que nos ha llegado). Son historias impregnadas por las pasiones humanas: rencor, celos, ambición, intolerancia, abnegación, heroísmo y cobardía se mezclan en ellas, protagonizados por miles de personajes, a veces no tan conocidos por el público en general.

Gracias a mis libros sé que Cleopatra no era una mujer bella, pero tenía un sex-appeal irresistible, que Einstein además de sabio era mujeriego o que los vikingos desembarcaron una vez cerca de Sevilla. He aprendido a admirar a algunas de las grandes figuras de la Historia o a cuestionar su fama a la luz de los hechos reales.Creo que tengo una visión más objetiva del mundo que me rodea porque sé algunas historias del pasado que explican porqué ocurren ciertas cosas en el presente.

Voy a intentar trasladar algunas de estas buenas historias a este humilde blog. Es un placer solitario que me gustaría compartir con cualquier posible lector. Espero que resulte ameno y por supuesto, interesante. Por supuesto, todas las historias pueden tener versiones diferentes o incluso contradictorias, pero a veces los libros nos cuentan cosas que, como se dice en italiano, se no è vero, è ben trovato

Libros bien gordos, a veces merecen la pena