jueves, 29 de diciembre de 2011

William Wallace

Figura histórica popularizada por la película Braveheart, dirigida e interpretada por Mel Gibson, es en realidad bastante poco lo que sabemos sobre el personaje real, divinizado por la épica escocesa. Todos sus actos se hallan teñidos por la leyenda, aunque sabemos que fue un líder carismático y de gran talento militar, que a pesar de sus orígenes relativamente oscuros consiguió reunir bajo su mando a la resistencia escocesa que luchaba para sacudir el yugo inglés.
William WallaceEscocia había vivido una época de esplendor bajo el rey Alejandro III. Sin embargo, esto acabó cuando el monarca falleció a consecuencia de una caída de caballo en 1286. La única heredera era su nieta de cuatro años, Margarita, la Doncella de Noruega. La princesa tardó varios años en emprender viaje hacia su nuevo reino, y cuando lo hizo (1290), su salud era tan delicada que no llegó viva a Escocia.
El trono de Escocia quedó vacante y sin ningún candidato claro a ocuparlo. Las grandes familias del reino comenzaron a disputarse la supremacía. Los Balliol y los Bruce presentaron a sus respectivos candidatos y buscaron el apoyo del poderoso vecino del sur, Eduardo I Piernas Largas, rey de Inglaterra. Este se hizo reconocer como Lord Supremo de Escocia y eligió a un monarca a su gusto, Juan de Balliol (1292), que tuvo que rendirle homenaje. El orgullo del reino se vio considerablemente ultrajado, y el hecho de que el nuevo rey se convirtiera en un simple títere del inglés no mejoró la situación.
Cuando Juan de Balliol reaccionó e intentó actuar como soberano independiente, la respuesta de Eduardo fue fulminante, atacando la frontera con Escocia y derrotando a los ejércitos escoceses en la batalla de Dunbar (1296). El rey Juan fue obligado a abdicar y los nobles del reino, muchos de ellos prisioneros en la reciente batalla, tuvieron que rendir homenaje al inglés como nuevo rey de Escocia. Balliol moriría muchos años después desterrado en sus feudos ancestrales de Picardía (1315)
La opresión inglesa provocó casi inmediatamente diversos levantamientos en toda la geografía del reino. Hombres como Andrew Moray (o Murray) levantarían la bandera de la rebelión con éxito. Pero el más famoso de todos estos rebeldes fue William Wallace (o Le Walays, el Galés), el hombre que consiguió derrotar al gigante inglés, aunque ello le costara la vida.
Cartel de BraveheartWallace surge de la oscuridad repentinamente en mayo de 1297, cuando da muerte al sheriff de Lanark, William Heselrig y se proclama en rebeldía. Pronto se le unirán muchos nobles escoceses, el primero de ellos William el Atrevido, señor de Douglas. La leyenda dice que Wallace vengaba de esta manera el asesinato de su esposa, pero los hechos no están claros. La mayoría de su historia nos la contó un bardo, Blind Harry (Harry el Ciego) que vivió en el siglo XV, casi dos siglos después de la muerte del héroe escocés. Irónicamente, Wallace
El 11 de septiembre de 1297, los escoceses comandados por Wallace sorprendieron al confiado ejército inglés en Stirling Bridge. La victoria fue total y Wallace se convirtió en el gran líder y héroe nacional de la resistencia escocesa. La suerte estuvo de su parte, pues algunos de los otros líderes sufrieron peor suerte; Moray murió a consecuencia de las heridas recibidas en Stirling mientras Lord Douglas caía prisionero de los ingleses. Wallace fue nombrado Guardián de Escocia, o sea, la máxima autoridad del reino en ausencia del monarca legítimo.
La buena estrella de Wallace no duró mucho. Tras algunas incursiones en territorio inglés, Eduardo invadió Escocia y obligó a los rebeldes a aceptar la batalla en Falkirk (1 de abril de 1298). La superioridad de los arqueros galeses fue decisiva para derrotar a los escoceses. Las pérdidas fueron enormes y, aunque Wallace consiguió escapar, su reputación se vio tan comprometida que se vio obligado a resignar como Lord Guardián unos meses después. En su lugar fueron nombrados dos grandes nobles, Robert Bruce, que acabaría haciéndose con la corona, John Comyn de Badenoch, sobrino del exiliado rey Juan de Balliol.
Muy poco se sabe de las actividades de Wallace tras su dimisión; parece que estuvo en en la corte de Felipe IV de Francia intentando conseguir el apoyo del monarca galo para la rebelión escocesa. Ya en 1304 le encontramos de nuevo en su tierra, participando en escaramuzas contra los ingleses. Sin embargo, la traición acabó para siempre con su carrera, cuando el caballero escocés John de Menteith lo entregó a los ingleses en Robroyston (5 de agosto de 1305). Trasladado a Londres, fue juzgado por traición y, por supuesto, condenado. Coronado con una guirnalda de roble, como Rey de los Ladrones, fue conducido a la muerte (23 de agosto). El suplicio fue terrible: desnudado y arrastrado por caballos, colgado casi hasta la muerte para después ser castrado y eviscerado (con el placer añadido de ver como freían sus entrañas delante de él), decapitado y cuarteado. Sus restos fueron repartidos por diversos lugares de Inglaterra a modo de lección para traidores. Su cabeza recibió un trato especial; conservada en alquitrán, fue exhibida ensartada en una pica en el Puente de Londres.
El Juicio de William Wallace en Westminster, por Daniel Maclise
Sin embargo, la causa escocesa acabó triunfando. Aunque las disputas entre los nobles continuaron, Robert Bruce, más hábil que Wallace, pero mucho menos heroico, consiguió asegurar la independencia de Escocia. Tras asesinar a su rival John Comyn con sus propias manos ante el altar de la iglesia de los franciscanos en Dumfries, fue absuelto por la Iglesia y coronado en Scone como nuevo rey de Escocia pocas semanas después (25 de marzo de 1306). El nuevo rey siempre había sabido nadar y guardar la ropa, aliado a veces con los ingleses, otras liderando la rebelión, consiguió asegurar su poder y hacerse con el trono. Fue un buen rey, y expulsó a los ingleses definitivamente tras derrotarlos en Bannockburn (23-24 de junio de 1316)
La historia está llena de ejemplos de este tipo: los héroes mueren por una causa, los políticos recogen los frutos.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

La tragedia de Montiel… parece una peli, pero es historia

Acostumbrados como estamos a que el cine anglosajón nos venda sin parar hasta el más nimio acontecimiento de la historia de Inglaterra o Estados Unidos, a ninguno nos extraña conocer perfectamente quién fue William Wallace (Braveheart), Abraham Lincoln, el Rey Arturo o Robin Hood (que seguramente ni existieron).

Y sin embargo, la historia de España y Catalunya están plagadas de personajes apasionantes, que protagonizaron sucesos extraordinarios o se vieron envueltos en vicisitudes merecedoras de que el Spielberg de turno les dedicara una película por lo menos.

IMGP1100Como muestra un botón. Relataré brevemente la historia de Pedro I el Cruel, rey de Castilla, personaje controvertido donde los haya, y de su violento final, digno de la mejor película de espadachines que se precie.

Castilla, 1350. El rey Alfonso XI acaba de perecer víctima de la peste que ha asolado el campamento de su ejército, con el cual estaba asediando la plaza de Tarifa. Le sucede su hijo Pedro I, muchacho de dieciséis años de carácter violento y exaltado. Lo primero que hará al acceder al trono es liquidar a la amante oficial de su padre, Doña Leonor de Guzmán. Mal comienzo, pues la dama ha tenido con el rey un montón de hijos bastardos, que se convierten en enemigos del nuevo monarca.

Pasan los años y el temperamento irascible de Pedro le granjea multitud de enemigos en todo el reino. La nobleza, siempre dispuesta a disminuir el poder de la corona, encuentra en Enrique de Trastámara, el mayor de los bastardos de Alfonso XI, a su líder natural.

Se desencadena una lucha a muerte por el trono. En Europa está en pleno apogeo la Guerra de los Cien Años, y cada uno de los bandos en litigio encuentra apoyo internacional para su causa. Pedro se alía con los ingleses, al mando del Príncipe Negro, heredero del trono de Eduardo III de Inglaterra (el malo de Braveheart), mientras que Enrique consigue el apoyo de los franceses.

La resolución del drama se produce en los campos de Montiel, donde los dos ejércitos se encuentran frente a frente. Beltrán Du Guesclin, el jefe de las tropas francesas, consigue engañar a Pedro y atraerle a su tienda, con el pretexto de negociar una tregua. Es el 14 de Marzo de 1369. Dejemos hablar al padre Mariana, que nos relata en su Historia General de España el desarrollo de la escena:

Entrado pues Don Pedro en la tienda de Don Beltrán, díjole que ya era tiempo que se fuesen. En esto entró D. Enrique armado: como vio á D. Pedro su hermano, estuvo un poco sin hablar como espantado: La grandeza del hecho le tenía alterado y suspenso, ó no le conocía por los muchos años que no se vieran. No es menos sino que los que se hallaron presentes estaban entre miedo y esperanza vacilando. Un caballero francés dijo a Don Enrique señalando con la mano a D. Pedro: Mirad que ese es vuestro enemigo. D. Pedro, con aquella natural ferocidad que tenia, respondió dos veces: Yo soy, yo soy. Entonces D. Enrique sacó su daga, y dióle una herida con ella en el rostro: vinieron luego a los brazos, cayeron ambos en el suelo: dicen que D. Enrique debajo , y que con ayuda de Beltrán que les dio vuelta y le puso encima, le pudo herir de muchas puñaladas con que le acabó de matar: cosa que pone grima: un Rey, hijo y nieto de Reyes revolcado en su sangre derramada por la mano de un su hermano bastardo: ¡extraña hazaña!

Espectacular escena donde un trono se decide a puñalada limpia. Añadir que según otras fuentes, el caballero Du Guesclin, al colocar a su señor Don Enrique encima de su hermano para que pudiese rematarlo más fácilmente, advirtió en la mirada de su enemigo el reproche ante la traición cometida. Fue entonces cuando pronunció la célebre frase:

Ni quito ni pongo rey, sólo ayudo a mi señor

Enrique decapitó a su hermano asesinado y arrojó la cabeza al campo. El cuerpo lo expuso ante los ojos del ejército enemigo para desmoralizarlo. Y sí, él fue el siguiente rey de Castilla, con el nombre de Enrique II el de las Mercedes, porque tuvo que premiar generosamente a todos aquellos que le ayudaron a usurpar el trono. De él desciende el actual rey de España.

ENRIQUE II

viernes, 4 de noviembre de 2011

Bugsy Siegel

Mugshot_Benjamin_SiegelEsta es la historia del hombre que inventó Las Vegas. Benjamin Siegelbaum, el hijo de unos pobres emigrantes judíos de origen ucraniano, nació en Brooklyn. Creció viendo como su padre trabajaba como un mulo para ganar unas pocas monedas, y decidió seguir el camino más fácil hacia el éxito. Muy joven se unió a otros muchachos sin escrúpulos, Meyer Lansky y Moe Sedway, con quienes formó una pequeña banda que se dedicó a extorsionar a los tenderos de Lafayette Street a cambio de su protección.

Bugsy and friendsEl pequeño negocio creció rápidamente gracias al robo de coches, la explotación del juego ilegal y el contrabando en todo New York y New Jersey. El éxito les permitió establecer contacto con otros jovenes ambiciosos, los italianos Charles Lucky Luciano y Frank Costello, que aspiraban a dominar el negocio del crimen en la costa este. Siegel y Albert Anastasia se convirtieron en los ángeles de la muerte de Luciano, que se sirvió de ellos para eliminar al capo Joe Masseria y después a su rival Salvatore Maranzano (ambos en 1931). Luciano se convirtió en el capo di tutti capi y protegió a Siegel, a pesar de que se había atraido el odio de demasiada gente a causa de su carácter violento y desequilibrado. Se había ganado a pulso su apodo de Bugsy (gusano), mote que lo enfurecía hasta el punto de presumir de que nadie le había llamado así a la cara y había vivido para contarlo.

Los años de la Ley Seca fueron una época dorada para el clan de los Genovese y para Bugsy. Sin embargo, Luciano hubo de enviar a Siegel a San Francisco para protegerle de las iras de sus múltiples enemigos. Ni siquiera su protección era suficiente para mantenerle a salvo de las iras que provocaba su salvaje manera de hacer negocios. En Hollywood Bugsy se encontró cómodo alternando con las estrellas de cine (y extorsionándolas de paso). Allí trabajó junto a su nuevo lugarteniente, Mickey Cohen. Sin embargo, su participación en el asesinato del soplón Harry Greenberg junto a su cuñado Whitey Krakower por orden de Louis Lepke le trajo serios problemas que recomendaron un nuevo cambio de aires.

Bugsy Siegel y su novia Virginia Hill

 Bugsy Siegel después de haber sido liquidado por orden de Luciano

El negocio del contrabando de licores había menguado notablemente desde el levantamiento de la Ley Seca y Bugsy buscó nuevos horizontes en su carrera. Siempre deseó verse legitimado en los círculos hollywoodienses y pensó que en el desierto de Nevada estaría su salvación. Consiguió el apoyo financiero de Luciano para levantar el primer casino en lo que hasta entonces había sido la modesta población de Las Vegas. Este sería el Hotel Flamingo (1946), Sin embargo, las ambiciones megalómanas de Siegel fueron determinantes para el fracaso de la operación. El presupuesto inicialmente previsto se disparó y a finales de año Bugsy debía a sus jefes más de 6 millones de dólares. Estos sospechaban seriamente de la honradez de su subordinado, al que acusaban en secreto de estar desviando fondos en su propio beneficio. La realidad no era exactamente esta, pero Siegel se vio obligado a inaugurar el local prematuramente, cuando éste no estaba realmente en condiciones de albergar un negocio rentable. Muchas de las celebridades invitadas a la premiere no acudieron, y el Flamingo tuvo que cerrar para ser reabierto posteriormente. Sin embargo, ya era demasiado tarde para Bugsy: el 20 de junio de 1947, mientras se encontraba en el salón de la casa de su novia, Virginia Hill, fue acribillado a balazos. La primera bala le entró por el ojo izquierdo, suficiente para matarlo. Lucky Luciano había decicido acabar de una vez por todas con el problema.

El Hotel Flamingo, la mayor gloria y la sentencia de muerte de Siegel El Hotel Flamingo en sus primeros tiempos

Lo irónico es que el Flamingo acabó triunfando y se convirtió en el local de moda en los siguientes años. En manos del Sindicato del Crimen prosperó y se transformó en un rentable negocio. Las Vegas se convirtió en el emporio del juego que todavía es. El violento Bugsy fue un visionario.

viernes, 7 de octubre de 2011

Los Diadocos

Babilonia, es Junio del año 323 a. C. Rodeado por todo su ejército, el agonizante rey Alejandro de Macedonia está viviendo sus últimos momentos en este mundo. Entre sus hombres circulan rumores de un probable envenenamiento y el nerviosismo es patente en muchos de ellos. El hombre que ha conquistado toda Asia está a punto de morir sin haber nombrado heredero. Cuando sus generales, ansiosos, le preguntan a quien desea designar por sucesor, el monarca sólo responde:

- Al mas digno.

El joven monarca sabe que a su muerte se desatará el apocalipsis. Los hombres que forman su consejo son verdaderos lobos; Alejandro ha tenido que gobernar por la espada, imponiendo el terror cuando ha sido necesario. Conoce a sus generales y sabe que casi todos ellos sueñan con ceñir la diadema. El botín a repartir es inmenso, y nadie quiere quedarse con las manos vacías.

Los soldados están furiosos y quieren ver a su héroe. Alejandro accede a su deseo y, aunque ya no puede hablar, todo el ejército desfila hombre a hombre ante su lecho mientrasBusto de Alejandro Magno, rey de Macedonia el moribundo los saluda con la mirada. Un día después (13 de junio) estará muerto.

El rey ha desaparecido pero  su esposa Roxana está embarazada. Ante la duda de la próxima maternidad, los philoi (amigos del rey que componían su consejo privado) deciden esperar acontecimientos. Al frente de todos está el regente Pérdicas, mano derecha del difunto y a quien éste ha confiado el anillo real en el último momento.

La reina pare a un niño que es reconocido como rey inmediatamente. Será Alejandro IV Aigos. Pero sólo es un niño y hay que ejercer el poder. Y éste es lo que al final interesa a los magnates, que proceden a repartirse cargos y prebendas, con el pretexto de salvaguardar la herencia del rey.

  • Pérdicas es nombrado quiliarca, o sea, gobernador y protector, de hecho regente del imperio.
  • Crátero es nombrado tutor de Filipo III Arrideo, el hermano deficiente del difunto Alejandro, que reinará nominalmente en Macedonia junto al niño Alejandro.
  • Leonato gobierna la Frigia Helespóntica y consigue la mano de Cleopatra, la hermana de Alejandro Magno, pero morirá en 322 al frente de sus hombres y no llegará a asumir el trono de Macedonia que parecía tener al alcance de la mano.
  • Antípatro seguirá como regente de Macedonia. Aunque estaba a punto de ser sustituido por Crátero cuando se produjo la muerte del rey, conseguirá afianzar su poder y sortear las ambiciones de otros pretendientes. Su hijo Casandro está en Babilonia, donde será puesto al frente de las tropas de élite, los hipaspistas.
  • Seleuco obtendrá el prestigioso puesto de comandante de la caballería.

Sin embargo, el acuerdo se asienta sobre bases muy débiles. Ya desde el principio la discordia entre las partes es muy evidente. Durante las deliberaciones surge la figura del general Meleagro, que está a punto de provocar una guerra civil entre la caballería y la infantería y fuerza el nombramiento de Arrideo como rey en contra de los deseos de Pérdicas. Este se vengará pronto, condenando a los insurrectos a morir bajo las patas de los elefantes del ejército. Meleagro huye pero es degollado inmediatamente.

Hay muchos más descontentos, generales que consideran haber sido relegados por Pérdicas y sus socios. Hombres como Ptolomeo, Antígono, Eumenes de Cardia, Lisímaco, Poliperconte, Asandro o Peitón recibieron gobiernos periféricos, pero intentarán ampliar sus cotas de poder. Algunos morirán o serán derrotados en el intento, pero otros conseguirán fundar dinastías que perdurarán en la Historia.

Crátero, uno de los mejores generales de Alejandro desaparecerá pronto de la escena, cuando el destino parecía haberle reservado el trono de Macedonia. Su falta de ambición le resultó fatal en un mundo de hombres dominados por la más cruel ambición.

Pérdicas intentará imponer su autoridad. Tras eliminar a Meleagro intentó librarse de Ptolomeo, que se había hecho con el control de Egipto. Invadió el País del Nilo, pero fue estrepitosamente derrotado y asesinado por sus propios generales (321 a. C.)

La muerte del regente provoca una nueva distribución de poderes entre los diadocos (sucesores) de Alejandro. Antípatro es nombrado nuevo regente, pero muere en 319. La anarquía estalla entre Casandro, el hijo del muerto y Poliperconte, su sucesor designado. En esta guerra morirá asesinado Filipo Arrideo, el pobre demente, por orden de Olimpia, la cruel madre del Alejandro Magno, que también encontrará la muerte poco después.

Poco a poco, los ambiciosos van dejando caer sus máscaras; la ilusión imperial se desvanece y deja paso a una dura lucha por el poder territorial. Cada uno aspira a llevarse la mayor parte del pastel que sea posible.

Por un momento, parece que Antígono Monoftalmos (el Cíclope, pues era tuerto) puede triunfar sobre todos y hacerse con el poder absoluto. Fue entonces cuando todos los demás reyes se aliaron para eliminarle, lo que consiguieron en la batalla de Ipso (301 a. C.). Antígono murió en el combate y su hijo Demetrio Poliorcetes tuvo que huir. Los vencedores se repartieron los territorios de Antígono:

  • Ptolomeo conservó Egipto, donde fundó una dinastía que gobernó hasta el 30 a. C., cuando los romanos conquistaron el reino de manos de Cleopatra. Ptolomeo había conseguido dar un gran golpe de efecto al robar el cuerpo de Alejandro y construirle un mausoleo en Alejandría, el Sema.
  • Casandro se confirmó como rey de Macedonia, y no regente, pues había tenido la precaución de eliminar a Alejandro IV y a su madre Roxana en el año 310 a. C., acabando con la dinastía legítima. Fundó una dinastía de efímera existencia, pues Demetrio Poliorcetes reapareció para eliminar a sus hijos y hacerse rey él mismo (294 a. C.). A la larga, y después de diversas vicisitudes, fueron sus descendientes los que gobernaron Macedonia hasta ser desalojados por los romanos tras la batalla de Pidna en 168 a. C.
  • Lisímaco obtuvo Tracia, donde gobernó muchos años, pero fue finalmente derrotado y muerto por Seleuco (281 a. C.)
  • Seleuco consiguió nadar y guardar la ropa aliándose con el bando oportuno en el momento adecuado. Finalmente se hizo con Babilonia y la mayoría de Asia. Fue el fundador de la dinastía Seleúcida, que gobernó hasta el año 64 a. C., cuando el romano Pompeyo el Grande desposeyó a sus últimos descendientes. Seleuco fue el último de los diacocos. Murió asesinado en 280 a. C. por el inestable hijo de Ptolomeo de Egipto, Ptolomeo Cerauno (el Rayo)

Antigono Monoftalmos, según una moneda Demetrio Poliorcetes Ptolomeo I Soter de Egipto Lisímaco

Con este suceso termina una época. Ahora será el turno de los epígonos, los sucesores de los diadocos, que seguirán manteniendo las hostilidades durante casi un siglo. Sólo conseguirán ir debilitando paulatinamente sus propios reinos, hasta el punto de que cuando los romanos aparezcan en escena, sólo tendrán que ir apoderándose de los restos del Imperio de Alejandro cual si fuera fruta madura. Tal vez el mayor legado que nos dejaron los duros generales macedonios sea lo que hoy denominamos Cultura Helénística, que extenderá el influjo de la cultura occidental hasta rincones tan lejanos como la India o Afganistán.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Izanagi e Izanami

Izanagi e Izanami agitan la Lanza de la Creación desde el Puente del CieloEsto no es historia, es mitología, pero es el relato de cómo los antiguos japoneses creían que había sido creado el mundo. Todas las civilizaciones tienen su propio mito de la creación; casi siempre son historias crudas y a menudo escatológicas, que nos dejan entrever el nacimiento de una cultura todavía balbuceante.

Izanagi e Izanami son las dos deidades creadoras de la cosmogonía japonesa. No nacieron de la nada, muy al contrario, eran los descendientes en séptima generación de una tríada de misteriosos dioses primigenios, sin forma ni personalidad definida. Cuando los dioses celestiales decidieron crear el mundo, encargaron la misión a la pareja más joven de dioses hermanos. Para ello, les entregaron una gigantesca lanza recamada de gemas.

Desde el Puente Flotante del Cielo, Izanagi comenzó a remover la alabarda en las entrañas de las aguas informes; poco a poco se formó la primera de las islas, la de Onogoro. Allí descendieron los dos dioses y construyeron un palacio, que fue su residencia.

Después, la celestial pareja se unió físicamente para poder crear la Tierra, sin embargo sólo pudieron concebir a un niño sanguijuela (hiru-go)  y a la deforme isla de Awa. Preocupados, subieron a la Esfera Celeste para consultar a los dioses. Estos les dijeron que habían realizado el rito de la procreación de manera incorrecta, pues Izanami había sido la primera en hablar.

Izanagi e Izanami repitieron el rito y, ahora sí, engendraron a todas las islas del Japón y a un gran número de deidades. Sin embargo, la última de estas, el dios del fuego Kagutsuchi, abrasó los genitales de su madre al salir al exterior. Izanami enfermó y murió, no sin que antes nacieran todavía nuevos dioses de sus vómitos y sus heces.

Desconsolado y furioso, Izanagi desenvainó su espada de diez palmos y decapitó al Dios del Fuego. De la sangre vertida por el arma y del cuerpo inerte nacieron también multitud de deidades.

Izanagi intentó recuperar a su fallecida esposa. Para ello, viajó a Yomi, el País de las Tinieblas. Cuando llamó a las puertas del reino oscuro, le abrió el espíritu de Izanami. Era demasiado tarde, pues la diosa ya había comido los alimentos de la región de la muerte, lo que hacía imposible su retorno. O no, tal vez había una posibilidad, pero Izanagi debía esperarla y no intentar penetrar en el Reino de las Tinieblas ni intentar verla antes de su regreso.

Sin embargo, Izanami tardaba mucho e Izanagi, impaciente, no pudo aguantar más y penetró en la oscuridad iluminado con una antorcha que él mismo había fabricado con su peineta. Horrorizado pudo contemplar el cuerpo putrefacto de su amada. Izanami, furiosa y humillada, lanzó en su persecución a todas las fuerzas de los infiernos. Izanagi consiguió franquear las puertas del Averno y bloquearlas con una gran roca. Ya a salvo, rompió su vínculo matrimonial con el espectro:

- ¡Si me haces ésto, cada día mataré a mil humanos! – protestó el fantasma de Izanami.

- Si tu haces eso, cada día haré nacer a mil quinientos – respondió Izanagi.

De esta manera, la Pareja Celestial se separó para siempre.

Izanagi procedió a purificarse después de tan horrible viaje. En las aguas del río Tachibana lavó su cuerpo y sus ropas. Durante el baño nacieron muchas más divinidades, entre ellas las más importantes del panteón japonés: Amaterasu, la diosa del Sol, nació cuando se lavó su ojo derecho, Tsukuyomi, el dios de la Luna, cuando hizo lo propio con el izquierdo, y Susano, el dios de los Mares, cuando repitió la operación con su nariz. Amaterasu será la matriarca de la dinastía imperial japonesa, pues su bisnieto Jinmu Tenno será el primer ocupante del Trono del Crisantemo.

Izanami Izanagi

jueves, 11 de agosto de 2011

Heike Monogatari

Aunque desconocida en gran medida en Occidente, Japón posee una tradición histórico-literaria de primer nivel, conformada por obras que relatan desde los míticos orígenes del país nipón hasta la era moderna. Tienen preferencia por la violenta época medieval, cuando nació la figura del samurai, el guerrero japonés. Serían algo cercano a los cantares de gesta o las sagas nórdicas, aunque hay que decir que estas crónicas figuran entre lo más granado de la literatura japonesa.

Taira no Kiyomori, el hombre que tuvo a Japón en su mano pero provocó la caída de su familia.

El Heike Monogatari, probablemente la saga más importante de la historia nipona, se ocupa de la convulsa etapa final de la era Heian, que desembocaría en el establecimiento del shogunato como forma de gobierno. Relata el ascenso y sobre todo, la pavorosa caída del clan de los Taira (o Heike), que pasó de acaparar todo el poder en el Japón medieval a ser exterminado hasta su último miembro.

Es una obra inmensamente rica y compleja. Combina momentos de gran tensión dramática o trepidante dinamismo con escenas francamente líricas y delicadas. Para el lector occidental puede ser algo difícil comprender la psicología de los personajes, tan diferente de la nuestra en ocasiones, pero estamos hablando de una obra maestra de la literatura universal; conforme nos sumergimos en el mundo que nos describe, esta barrera tiende a desaparecer, y no cabe más que rendirse ante la belleza y fuerza del texto.

El Heike Monogatari es ante todo una gran tragedia con personajes perfectamente dibujados: el soberbio primer ministro Kiyomori, que atraerá la ira divina con su orgullo desmedido y provocará la caída de su clan, aunque no vivirá para presenciar el desastre final, al igual que su prudente hijo Shigemori, que no podrá evitar los abusos de su padre y morirá con la certeza de que sus hijos sufrirán el castigo destinado a una estirpe maldita. No es la única figura trágica del relato: recordemos a Shigehira, que morirá ejecutado por pecados que nunca quiso cometer o al pequeño emperador Antoku, que desaparece en las olas del mar en Dan-no-ura (1185) durante la batalla que decidirá de una vez por todas la terrible guerra. Es este uno de los momentos más bellos y trágicos de la historia, donde el poeta da lo mejor de sí mismo y alcanza una de las cimas de la literatura de todos los tiempos.

El desgraciado emperador niño Antoku pagará con su vida el pertenecer a un clan maldito.

Curiosamente son los vencedores Minamoto a menudo personajes más prosaicos (y antipáticos) que sus enemigos vencidos. El calculador Yoritomo se convertirá en el nuevo dominador de Japón y exterminará con fría crueldad a los últimos Taira supervivientes, olvidando incluso las más elementales reglas del honor. Su ambición alcanzará también a sus hermanos Noriyori y Yoshitsune, el joven general que había puesto el imperio en sus manos.

El ritmo de la narración no es uniforme y frecuentemente el autor nos lleva por senderos más apartados de la historia principal que nos permiten vislumbrar la mentalidad profundamente religiosa del Japón de su tiempo, así como la delicadeza de sentimientos y profunda educación que se le exigía a las clases altas por aquel entonces.

Asesinatos horrorosos y sublimes actos de generosidad y heroísmo. Momentos de profunda sensibilidad antes de emprender el combate más frenético. Piedad filial y la traición más oscura. La paz eterna del apartado santuario y la violencia más cruda ejercida por bonzos y teóricos ascetas. Poemas de amor y chistes groseros lanzados al enemigo. Todo esto lo podemos encontrar en esta épica historia.

Dan-no-ura, la batalla final.

El libro comienza con el tañido de la campana del monasterio de Gyon y finaliza con la triste y oscura muerte de la ex-emperatriz Kenreimon-in, madre del pequeño emperador difunto y última superviviente de los Heike. El autor cierra el círculo y deja que su historia se desvanezca en un silencio desolador, como añorando unos tiempos que ya nunca habían de volver. La época de esplendor del Japón budista.

lunes, 1 de agosto de 2011

El Rey de Castilla es condenado en Juicio Divino

El siglo XIV es un siglo turbulento en la historia de España, y especialmente en la de Castilla, donde una nobleza turbulenta aprovechó las circunstancias para socavar el poder de los monarcas. Efectivamente, tras la temprana muerte del Impulsivo Sancho IV, la corona recaerá en las sienes de un niño de diez años. El joven Fernando IV sólo gozará de la protección de su madre María de Molina, reina inteligente y de fuerte voluntad, pero que poco podía hacer frente las ambiciones de los grandes del reino, encabezados por los propios parientes del monarca, los infantes Juan el de Tarifa, un traidor que sólo pretendía usurpar el trono, y Enrique el Senador, un viejo hijo del rey Fernando III el Santo que pretendía pescar en aguas revueltas, tras una vida errante.

Muerte de Fernando IV el Emplazado, cuadro de Casado del AlisalPasaron los años entre querellas, sublevaciones y componendas varias de los nobles para repartirse tierras y prebendas. La reina María gobernaba con suma habilidad a pesar de los múltiples obstáculos. Mientras, el joven monarca llegó a la mayoría de edad. No fue esto ningún alivio para el reino, pues fue una persona de carácter débil, siempre dispuesto a dejarse influir por los que le rodeaban. María de Molina siguió protegiendo la integridad de la corona que el irreflexivo comportamiento de su hijo ponía constantemente en peligro.

Fernando IV fue un rey mediocre que murió en plena juventud. La historia no le recordaría sino fuera por la leyenda que rodea su muerte. Ha pasado a la posteridad como Fernando el Emplazado. Ahora sabremos el porqué:

Estando el rey en Palencia, llegó a sus oídos la noticia del asesinato de uno de sus más privados, Juan Alonso de Benavides. Las sospechas recayeron en dos hermanos, Juan Alfonso y Pedro Alfonso de Carvajal, ambos caballeros de Alcántara. Tras su campaña andaluza, el rey se acercó a Martos y ordenó prender a los Hermanos Carvajales. Sin atender a sus protestas de inocencia, mandó encerrarlos en una jaula de hierro y arrojarlos por la Peña de Martos. Los hermanos, antes de morir le emplazaron a comparecer ante Dios en el plazo de 30 días, para rendir cuentas por una condena tan injusta.

Ejecución de los Hermanos Carvajales, según un grabado decimonónicoEfectivamente, pasado un mes exactamente desde estos sucesos, el rey era encontrado muerto en su tienda con gran sorpresa de toda la corte. El cronista lo relata de esta manera:

“É el Rey estando en esta cerca de Alcaudete, tomóle una dolencia muy grande, e affincóle en tal manera, que non pudo y estar, e vínose para Jaen con la dolencia, e no se queriendo guardar, comía carne cada día, e bebía vino...E otro día jueves, siete días de setiembre, víspera de Sancta María, echóse el Rey a dormir, e un poco después de medio día falláronle muerto en la cama, en guisa que ninguno lo vieron morir. É este jueves se cumplieron los treynta días del emplazamiento de los cavalleros que mandó matar en Martos...”

Por supuesto, los expertos modernos atribuyen esta muerte a causas como una trombosis o hemorragia cerebral, aunque no se ha podido determinar con seguridad. El rey solo tenía 27 años. Fue enterrado en Córdoba, donde todavía se puede ver su sepulcro en la iglesia de San Hipólito. El calor recomendó no trasladar el cuerpo a Sevilla o Toledo, donde se hallan enterrados sus antecesores. Castilla se vio de nuevo sumida en una nueva y turbulenta minoría, pues el nuevo monarca era un niño de un año de edad, Alfonso XI el Justiciero, llamado así porque cuando creció fue muy diferente en carácter a su padre, pues conseguiría meter en vereda a los nobles y relanzar el poderío real.

Moneda de Fernando IV

domingo, 24 de julio de 2011

Un rey vikingo le da el nombre al Bluetooth

Harald Blatand, rey de Dinamarca y NoruegaPues sí señores, la tecnología Bluetooth le debe su nombre a un notable monarca danés, que unió bajo su autoridad los reinos de Dinamarca y Noruega. Harald Blatand (en inglés Bluetooth, o sea Diente Azul) nació hacia el año 935 y fue el primer monarca que sucedió directamente a su padre (Gorm el Viejo) en el trono danés. Hasta entonces la sucesión había sido electiva, pues los vikingos tenían la costumbre de conceder el poder al más ilustre de sus guerreros.

Harald debía su curioso apodo a su complexión física, muy alejada del prototipo vikingo: era de piel morena y pelo oscuro. Así, su sobrenombre significaría realmente Gran Hombre Moreno. Al ser traducido al inglés se interpretó como Bluetooth. Otra versión le atribuye una dentadura azulada debido a una enfermedad.

Blatand fue un personaje decisivo en la historia de su país, pues fue el primer monarca cristiano de Dinamarca. Cuenta la leyenda que el rey, incrédulo ante las palabras del misionero germano que pretendía hacer de él un cristiano, le espetó al sacerdote que se converLogo de Bluetoothtiría si su Dios le protegía del fuego. El sacerdote introdujo su brazo en las llamas sin recibir daño alguno. Harald se bautizó junto a todo su pueblo, aunque el paganismo siguió siendo la verdadera fe de muchos de sus súbditos.

Poderoso en su tierra, extendió su dominio también a la vecina Noruega. Sin embargo, sus últimos años fueron duros y tuvo que soportar la rebelión de su hijo Sven Barba de Horquilla, que finalmente le destronó y mató (año 986).

En honor de este monarca la compañia Ericsson bautizó su popular tecnología. Si Harald unió a las tribus danesas en un reino unificado, Bluetooth unió la informática y las telecomunicaciones. Su famoso logotipo no son sino las iniciales de Blatand (H y B) escritas en carácteres rúnicos.

viernes, 10 de junio de 2011

Cómodo, el emperador que quiso ser gladiador

El emperador CómodoLucio Aurelio Cómodo Antonino, más conocido como Cómodo, fue el nombre completo de uno de los emperadores romanos de biografía más esperpéntica. Muchos lectores recordarán al personaje gracias al film Gladiator, donde Joaquin Phoenix construyó un notable personaje aunque bastante alejado de la realidad histórica.

Cómodo era hijo del gran emperador Marco Aurelio, al que sucedió sin incidentes (y sin necesidad de asesinarlo como en la película sucede). Todo parecía augurar un reinado venturoso, pues el nuevo monarca había gozado de una educación exquisita y criado por un padre digno de ser imitado por sus grandes virtudes y profundidad intelectual. Cómodo había compartido las responsabilidades de gobierno junto a Marco en los últimos años de reinado, así que gozaba de experiencia a pesar de su juventud en el momento de ceñirse la corona (19 años)

El príncipe era bello de rostro. Los historiadores mencionan sus hermosos y ensortijados cabellos rubios. Guapo y bien criado, parecía que iba a ser un gran gobernante, todo se había preparado para ello.

Busto de un joven Cómodo, antes de asumir el tronoSin embargo, no fue así. Al muchacho no le interesaban los asuntos de estado, que pronto dejó en manos de sus más directos colaboradores. El prefería cultivar su cuerpo, del que estaba muy orgulloso. Se pasaba los días ejercitándose junto a sus amigotes, mientras sus secretarios se enriquecían vendiendo los cargos públicos. Con el tiempo el descontento se instauró en el Senado y el ejército, a quien el emperador siempre trató con desprecio, buscando cualquier ocasión para humillarlos públicamente. Para todos era demasiado evidente la diferencia entre el buen gobierno que los anteriores emperadores (Trajano, Adriano, Antonino y Marco Aurelio) habían dado a Roma y el actual estado de cosas. Pronto se fraguaron varias conspiraciones para eliminar al emperador. Sin embargo, Cómodo consiguió desbaratarlas todas a tiempo, aunque sus chambelanes Saotero y Cleandro después pagaron con su vida el excesivo poder que el emperador les había concedido. También miembros de su familia, unos inocentes y otros no, murieron por su implicación en diversas conjuras contra su vida, como su propia esposa Brutia Crispina o su hermana Lucila.

Joaquin Phoenix fue Cómodo en el taquillazo GladiatorLos sucesivos intentos de asesinato hicieron de Cómodo un ser todavía más desconfiado. Su carácter se extremó y vinieron los delirios de grandeza. Creía a pies juntillas que era la reencarnación del dios Hércules y se hizo representar como tal. Empezó por cambiarse el nombre a sí mismo (acabó su reinado con el breve nombre de Lucio Aelio Aurelio Cómodo Augusto Hercúleo Romano Exsuperatorio Amazonio Invicto Felix Pío) y después a todas las instituciones. Después de un incendio rebautizó a Roma como Colonia Lucia Annia Commodiana y sus ciudadanos como comodianos. También los meses del año recibieron cada uno un nuevo nombre, concretamente los del propio emperador. El Senado y las legiones también tuvieron que aceptar nuevos nombres a gusto del soberano, que se dio a si mismo los modestos títulos de Pacificador del Mundo y Señor Nuestro.

Cómo con su traje favorito, el de HérculesComo ya hermos dicho, Cómodo estaba inmensamente orgulloso de su belleza física y del hecho de ser zurdo. Para demostrar su poderío comenzó a combatir en los espectáculos de gladiadores a los que el pueblo romano era tan aficionado. Según las crónicas, nunca fue derrotado en la arena, llegando a acumular más de 700 victorias. Lo que también dicen las crónicas es que sus adversarios tenían que luchar con armas inferiores y probablemente drogados, todo para facilitar la victoria del emperador gladiador y alimentar su ego. La crueldad de Cómodo llegó a límites difícilmente asimilables, pues llegó a asesinar a mutilados de guerra a sangre fría en la arena, donde estos habían sido maniatados para el disfrute del loco coronado.

Por supuesto, este estado de cosas no podía durar eternamente. Roma se cansó de aguantar a un tipo que se creía la reencarnación de Hércules y se paseaba vestido como tal, piel de león incluida. La conspiración final se valió de la amante principal del emperador, la cristiana Marcia, que envenenó la comida de éste. Sin embargo, Cómodo vomitó el veneno y se fue a darse un baño. Los conspiradores se dieron prisa y enviaron al liberto Narciso, que lo estranguló en la bañera. Nada más conocerse la muerte del tirano, el Senado derogó todas sus disposiciones, derribó sus estatuas y condenó la memoria del difunto, cuyo nombre fue borrado de todas las inscripciones públicas. El Imperio quedó sumido en el caos, que fue aprovechado por la guardia pretoriana, que tuvo la desfachatez de subastar el cargo de emperador al mejor postor. No hace falta decir que hicieron un gran negocio, pero esto ya es otra historia.

Crispina, esposa del emperador, acabó su vida desterrada y asesinada en una isla

El historiador Dion Casio fue contemporáneo de estos acontecimientos, es la principal fuente para conocer la época. Su juicio sobre el inepto Cómodo hace de él una persona no mala por naturaleza, que se hizo un monstruo por el hecho de disfrutar de un poder absoluto. Su poca habilidad como gobernante se vio agravada cuando su carácter se hizo más oscuro a raíz de las diversas intentonas de acabar con su vida. El miedo y la suspicacia hicieron de un joven limitado por una inteligencia mediocre un tirano insoportable y homicida. O al menos eso es lo que nos han contado.

martes, 31 de mayo de 2011

Barcelona en 1908

Una joyita de los archivos de la Filmoteca. El cineasta Ricardo Baños se montó en el tranvía de Barcelona y grabó desde él una película que nos muestra el aspecto de las principales calles de la ciudad en el año 1908. Es como una ventana a una época desaparecida. Apasionante.

Barcelona en 1908. Filmado por Ricardo Baños.

viernes, 27 de mayo de 2011

Atilio Regulo, un tipo duro que dio en el clavo…

Roma construyó su imperio gracias en gran medida al temple de hierro de su clase dirigente. Durante la época gloriosa de la república los senadores que mandaban sus ejércitos y dictaban su política eran hombres duros, que ponían por delante de todo el bien del estado, aunque eso les costara muy caro. También es cierto que estos personajes eran hombres básicamente incultos y crueles con sus enemigos, pero está claro que los grandes poderes que han surgido en este mundo no se construyeron a base de bondad, sino con el filo de la espada (o del poder atómico, según los tiempos)

De 264 a 241 a.C. Roma se empeñó en la Primera Guerra Púnica, en su lucha con el que era su gran rival por el dominio del Mediterráneo, la ciudad de Cartago. Esta era la gran potencia que controlaba todo el comercio marítimo en la zona. Sicilia era en buena parte suya, así como el norte de África y la parte costera de Hispania. Los rudos romanos decidieron que no había sitio para dos gallitos en el corral y con un pretexto cualquiera iniciaron las hostilidades.

Fue una guerra dura, donde los romanos tuvieron que aprender a combatir en el mar, ellos que a duras penas sabían lo que era navegar. Pusieron al frente de la flota a uno de sus cónsules, un plebeyo de nombre Marco Atilio Regulo, que derrotó a los cartagineses en el Cabo Ecnomo y tuvo la osadía de desembarcar en la costa africana. Gracias a la incompetencia de los generales púnicos pudo llegar a las mismas puertas de Cartago. Parece que la guerra estaba a punto de concluir y cubrir de gloria a Atilio.

Éste, viéndose ya coronado de laurel, rechazó las desesperadas propuestas de paz del enemigo. Pretendió imponer condiciones inaceptables, seguro como estaba ya de su victoria. Los cartagineses no tuvieron otro remedio que pelear. Contrataron a un general mercenario, Jantipo, un espartano, que se puso manos a la obra. A pesar de tener un ejército muy inferior, consiguió aplastar a los romanos en los Llanos de Bagradas y apresar al mismísimo Atilio Regulo. Era el año 255 a.C. Jantipo no obtuvo su justa recompensa a tan resonante éxito: tuvo que poner pies en polvorosa poco después, pues temía ser asesinado por sus clientes, que no veían con buenos ojos que el griego tuviera el atrevimiento de reclamar su salario.

Regulo se pasó los siguientes cinco años encerrado en una cárcel cartaginesa. Sin embargo, Roma consiguió derrotar de nuevo a sus enemigos, hasta el punto de que éstos tuvieron que enviar una embajada para solicitar la paz. Tuvieron la brillante idea de enviar con los suyos al prisionero, para que éste intercediera ante sus conciudadanos en favor de un acuerdo. Regulo se comprometió a volver a Cartago si su misión no tenía éxito.

Ahora viene la parte curiosa de la historia. Cuando llegaron a Roma, Regulo se negó a entrar en la ciudad en calidad de prisionero. Cuando fue persuadido al fin y tuvo la ocasión de hablar ante el Senado, no sólo no se atuvo al guión previsto, sino que, muy al contrario, animó a sus compatriotas a no negociar y aplastar al enemigo sin piedad.

Salvator Rosa Muerte de Atilio Regulo

Sus amigos fueron incapaces de convencerle de que rompiera su promesa y se quedara en Roma. Volvió a Cartago, donde le dieron un castigo de aquellos que marcan época. Los cartagineses lo torturaron cruelmente y remataron su faena haciéndolo morir en un tonel totalmente lleno de afilados clavos. Otra versión igualmente truculenta refiere que le fueron cortados los párpados, encerrado en una habitación a oscuras y sacado al exterior cuando el sol era más ardiente. Los antiguos eran realmente sofisticados cuando se trataba de ser crueles.

Roma acabó ganando la guerra y las que siguieron contra Cartago. Le costó otros cien años doblegar a los púnicos, pero cuando en 146 a.C. consiguieron entrar en la ciudad enemiga, la destruyeron hasta los cimientos y sembraron de sal el solar para que nunca más pudiera renacer su odiada enemiga.

Este triunfo hizo de Roma la capital de un imperio inmensamente rico y poderoso. Obtuvo el poder absoluto, pero la opulencia cambió para siempre el perfil del pueblo romano. Comenzaron a leer, a bañarse y a ir al teatro. Fueron cultos, brillantes y poderosos, posiblemente más tolerantes con los otros pueblos, e incluso llegaron a admirar a algunos de ellos, como los griegos. Tipos duros como Regulo ya no tenían sitio en una civilización más avanzada. El senador campesino y general dio paso al emperador poeta o filósofo. A la larga otros pueblos salvajes acabarían con los romanos igual que ellos hicieron con los habitantes de la rica Cartago, la Reina de los Mares.

Además de divertido… era cierto

Llevo toda mi vida leyendo libros de Historia: unos gordos y pesados, otros pequeños, más interesantes unos que otros, unos cuantos divertidos. Evidentemente, no tengo esta afición por puro masoquismo, sino porque considero que uno puede instruirse y conocer cosas del pasado mientras pasa un buen rato.

Me apasiona la Historia porque es el relato de hechos que realmente ocurrieron (al menos en la versión que nos ha llegado). Son historias impregnadas por las pasiones humanas: rencor, celos, ambición, intolerancia, abnegación, heroísmo y cobardía se mezclan en ellas, protagonizados por miles de personajes, a veces no tan conocidos por el público en general.

Gracias a mis libros sé que Cleopatra no era una mujer bella, pero tenía un sex-appeal irresistible, que Einstein además de sabio era mujeriego o que los vikingos desembarcaron una vez cerca de Sevilla. He aprendido a admirar a algunas de las grandes figuras de la Historia o a cuestionar su fama a la luz de los hechos reales.Creo que tengo una visión más objetiva del mundo que me rodea porque sé algunas historias del pasado que explican porqué ocurren ciertas cosas en el presente.

Voy a intentar trasladar algunas de estas buenas historias a este humilde blog. Es un placer solitario que me gustaría compartir con cualquier posible lector. Espero que resulte ameno y por supuesto, interesante. Por supuesto, todas las historias pueden tener versiones diferentes o incluso contradictorias, pero a veces los libros nos cuentan cosas que, como se dice en italiano, se no è vero, è ben trovato

Libros bien gordos, a veces merecen la pena