jueves, 29 de diciembre de 2011

William Wallace

Figura histórica popularizada por la película Braveheart, dirigida e interpretada por Mel Gibson, es en realidad bastante poco lo que sabemos sobre el personaje real, divinizado por la épica escocesa. Todos sus actos se hallan teñidos por la leyenda, aunque sabemos que fue un líder carismático y de gran talento militar, que a pesar de sus orígenes relativamente oscuros consiguió reunir bajo su mando a la resistencia escocesa que luchaba para sacudir el yugo inglés.
William WallaceEscocia había vivido una época de esplendor bajo el rey Alejandro III. Sin embargo, esto acabó cuando el monarca falleció a consecuencia de una caída de caballo en 1286. La única heredera era su nieta de cuatro años, Margarita, la Doncella de Noruega. La princesa tardó varios años en emprender viaje hacia su nuevo reino, y cuando lo hizo (1290), su salud era tan delicada que no llegó viva a Escocia.
El trono de Escocia quedó vacante y sin ningún candidato claro a ocuparlo. Las grandes familias del reino comenzaron a disputarse la supremacía. Los Balliol y los Bruce presentaron a sus respectivos candidatos y buscaron el apoyo del poderoso vecino del sur, Eduardo I Piernas Largas, rey de Inglaterra. Este se hizo reconocer como Lord Supremo de Escocia y eligió a un monarca a su gusto, Juan de Balliol (1292), que tuvo que rendirle homenaje. El orgullo del reino se vio considerablemente ultrajado, y el hecho de que el nuevo rey se convirtiera en un simple títere del inglés no mejoró la situación.
Cuando Juan de Balliol reaccionó e intentó actuar como soberano independiente, la respuesta de Eduardo fue fulminante, atacando la frontera con Escocia y derrotando a los ejércitos escoceses en la batalla de Dunbar (1296). El rey Juan fue obligado a abdicar y los nobles del reino, muchos de ellos prisioneros en la reciente batalla, tuvieron que rendir homenaje al inglés como nuevo rey de Escocia. Balliol moriría muchos años después desterrado en sus feudos ancestrales de Picardía (1315)
La opresión inglesa provocó casi inmediatamente diversos levantamientos en toda la geografía del reino. Hombres como Andrew Moray (o Murray) levantarían la bandera de la rebelión con éxito. Pero el más famoso de todos estos rebeldes fue William Wallace (o Le Walays, el Galés), el hombre que consiguió derrotar al gigante inglés, aunque ello le costara la vida.
Cartel de BraveheartWallace surge de la oscuridad repentinamente en mayo de 1297, cuando da muerte al sheriff de Lanark, William Heselrig y se proclama en rebeldía. Pronto se le unirán muchos nobles escoceses, el primero de ellos William el Atrevido, señor de Douglas. La leyenda dice que Wallace vengaba de esta manera el asesinato de su esposa, pero los hechos no están claros. La mayoría de su historia nos la contó un bardo, Blind Harry (Harry el Ciego) que vivió en el siglo XV, casi dos siglos después de la muerte del héroe escocés. Irónicamente, Wallace
El 11 de septiembre de 1297, los escoceses comandados por Wallace sorprendieron al confiado ejército inglés en Stirling Bridge. La victoria fue total y Wallace se convirtió en el gran líder y héroe nacional de la resistencia escocesa. La suerte estuvo de su parte, pues algunos de los otros líderes sufrieron peor suerte; Moray murió a consecuencia de las heridas recibidas en Stirling mientras Lord Douglas caía prisionero de los ingleses. Wallace fue nombrado Guardián de Escocia, o sea, la máxima autoridad del reino en ausencia del monarca legítimo.
La buena estrella de Wallace no duró mucho. Tras algunas incursiones en territorio inglés, Eduardo invadió Escocia y obligó a los rebeldes a aceptar la batalla en Falkirk (1 de abril de 1298). La superioridad de los arqueros galeses fue decisiva para derrotar a los escoceses. Las pérdidas fueron enormes y, aunque Wallace consiguió escapar, su reputación se vio tan comprometida que se vio obligado a resignar como Lord Guardián unos meses después. En su lugar fueron nombrados dos grandes nobles, Robert Bruce, que acabaría haciéndose con la corona, John Comyn de Badenoch, sobrino del exiliado rey Juan de Balliol.
Muy poco se sabe de las actividades de Wallace tras su dimisión; parece que estuvo en en la corte de Felipe IV de Francia intentando conseguir el apoyo del monarca galo para la rebelión escocesa. Ya en 1304 le encontramos de nuevo en su tierra, participando en escaramuzas contra los ingleses. Sin embargo, la traición acabó para siempre con su carrera, cuando el caballero escocés John de Menteith lo entregó a los ingleses en Robroyston (5 de agosto de 1305). Trasladado a Londres, fue juzgado por traición y, por supuesto, condenado. Coronado con una guirnalda de roble, como Rey de los Ladrones, fue conducido a la muerte (23 de agosto). El suplicio fue terrible: desnudado y arrastrado por caballos, colgado casi hasta la muerte para después ser castrado y eviscerado (con el placer añadido de ver como freían sus entrañas delante de él), decapitado y cuarteado. Sus restos fueron repartidos por diversos lugares de Inglaterra a modo de lección para traidores. Su cabeza recibió un trato especial; conservada en alquitrán, fue exhibida ensartada en una pica en el Puente de Londres.
El Juicio de William Wallace en Westminster, por Daniel Maclise
Sin embargo, la causa escocesa acabó triunfando. Aunque las disputas entre los nobles continuaron, Robert Bruce, más hábil que Wallace, pero mucho menos heroico, consiguió asegurar la independencia de Escocia. Tras asesinar a su rival John Comyn con sus propias manos ante el altar de la iglesia de los franciscanos en Dumfries, fue absuelto por la Iglesia y coronado en Scone como nuevo rey de Escocia pocas semanas después (25 de marzo de 1306). El nuevo rey siempre había sabido nadar y guardar la ropa, aliado a veces con los ingleses, otras liderando la rebelión, consiguió asegurar su poder y hacerse con el trono. Fue un buen rey, y expulsó a los ingleses definitivamente tras derrotarlos en Bannockburn (23-24 de junio de 1316)
La historia está llena de ejemplos de este tipo: los héroes mueren por una causa, los políticos recogen los frutos.

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