viernes, 7 de octubre de 2011

Los Diadocos

Babilonia, es Junio del año 323 a. C. Rodeado por todo su ejército, el agonizante rey Alejandro de Macedonia está viviendo sus últimos momentos en este mundo. Entre sus hombres circulan rumores de un probable envenenamiento y el nerviosismo es patente en muchos de ellos. El hombre que ha conquistado toda Asia está a punto de morir sin haber nombrado heredero. Cuando sus generales, ansiosos, le preguntan a quien desea designar por sucesor, el monarca sólo responde:

- Al mas digno.

El joven monarca sabe que a su muerte se desatará el apocalipsis. Los hombres que forman su consejo son verdaderos lobos; Alejandro ha tenido que gobernar por la espada, imponiendo el terror cuando ha sido necesario. Conoce a sus generales y sabe que casi todos ellos sueñan con ceñir la diadema. El botín a repartir es inmenso, y nadie quiere quedarse con las manos vacías.

Los soldados están furiosos y quieren ver a su héroe. Alejandro accede a su deseo y, aunque ya no puede hablar, todo el ejército desfila hombre a hombre ante su lecho mientrasBusto de Alejandro Magno, rey de Macedonia el moribundo los saluda con la mirada. Un día después (13 de junio) estará muerto.

El rey ha desaparecido pero  su esposa Roxana está embarazada. Ante la duda de la próxima maternidad, los philoi (amigos del rey que componían su consejo privado) deciden esperar acontecimientos. Al frente de todos está el regente Pérdicas, mano derecha del difunto y a quien éste ha confiado el anillo real en el último momento.

La reina pare a un niño que es reconocido como rey inmediatamente. Será Alejandro IV Aigos. Pero sólo es un niño y hay que ejercer el poder. Y éste es lo que al final interesa a los magnates, que proceden a repartirse cargos y prebendas, con el pretexto de salvaguardar la herencia del rey.

  • Pérdicas es nombrado quiliarca, o sea, gobernador y protector, de hecho regente del imperio.
  • Crátero es nombrado tutor de Filipo III Arrideo, el hermano deficiente del difunto Alejandro, que reinará nominalmente en Macedonia junto al niño Alejandro.
  • Leonato gobierna la Frigia Helespóntica y consigue la mano de Cleopatra, la hermana de Alejandro Magno, pero morirá en 322 al frente de sus hombres y no llegará a asumir el trono de Macedonia que parecía tener al alcance de la mano.
  • Antípatro seguirá como regente de Macedonia. Aunque estaba a punto de ser sustituido por Crátero cuando se produjo la muerte del rey, conseguirá afianzar su poder y sortear las ambiciones de otros pretendientes. Su hijo Casandro está en Babilonia, donde será puesto al frente de las tropas de élite, los hipaspistas.
  • Seleuco obtendrá el prestigioso puesto de comandante de la caballería.

Sin embargo, el acuerdo se asienta sobre bases muy débiles. Ya desde el principio la discordia entre las partes es muy evidente. Durante las deliberaciones surge la figura del general Meleagro, que está a punto de provocar una guerra civil entre la caballería y la infantería y fuerza el nombramiento de Arrideo como rey en contra de los deseos de Pérdicas. Este se vengará pronto, condenando a los insurrectos a morir bajo las patas de los elefantes del ejército. Meleagro huye pero es degollado inmediatamente.

Hay muchos más descontentos, generales que consideran haber sido relegados por Pérdicas y sus socios. Hombres como Ptolomeo, Antígono, Eumenes de Cardia, Lisímaco, Poliperconte, Asandro o Peitón recibieron gobiernos periféricos, pero intentarán ampliar sus cotas de poder. Algunos morirán o serán derrotados en el intento, pero otros conseguirán fundar dinastías que perdurarán en la Historia.

Crátero, uno de los mejores generales de Alejandro desaparecerá pronto de la escena, cuando el destino parecía haberle reservado el trono de Macedonia. Su falta de ambición le resultó fatal en un mundo de hombres dominados por la más cruel ambición.

Pérdicas intentará imponer su autoridad. Tras eliminar a Meleagro intentó librarse de Ptolomeo, que se había hecho con el control de Egipto. Invadió el País del Nilo, pero fue estrepitosamente derrotado y asesinado por sus propios generales (321 a. C.)

La muerte del regente provoca una nueva distribución de poderes entre los diadocos (sucesores) de Alejandro. Antípatro es nombrado nuevo regente, pero muere en 319. La anarquía estalla entre Casandro, el hijo del muerto y Poliperconte, su sucesor designado. En esta guerra morirá asesinado Filipo Arrideo, el pobre demente, por orden de Olimpia, la cruel madre del Alejandro Magno, que también encontrará la muerte poco después.

Poco a poco, los ambiciosos van dejando caer sus máscaras; la ilusión imperial se desvanece y deja paso a una dura lucha por el poder territorial. Cada uno aspira a llevarse la mayor parte del pastel que sea posible.

Por un momento, parece que Antígono Monoftalmos (el Cíclope, pues era tuerto) puede triunfar sobre todos y hacerse con el poder absoluto. Fue entonces cuando todos los demás reyes se aliaron para eliminarle, lo que consiguieron en la batalla de Ipso (301 a. C.). Antígono murió en el combate y su hijo Demetrio Poliorcetes tuvo que huir. Los vencedores se repartieron los territorios de Antígono:

  • Ptolomeo conservó Egipto, donde fundó una dinastía que gobernó hasta el 30 a. C., cuando los romanos conquistaron el reino de manos de Cleopatra. Ptolomeo había conseguido dar un gran golpe de efecto al robar el cuerpo de Alejandro y construirle un mausoleo en Alejandría, el Sema.
  • Casandro se confirmó como rey de Macedonia, y no regente, pues había tenido la precaución de eliminar a Alejandro IV y a su madre Roxana en el año 310 a. C., acabando con la dinastía legítima. Fundó una dinastía de efímera existencia, pues Demetrio Poliorcetes reapareció para eliminar a sus hijos y hacerse rey él mismo (294 a. C.). A la larga, y después de diversas vicisitudes, fueron sus descendientes los que gobernaron Macedonia hasta ser desalojados por los romanos tras la batalla de Pidna en 168 a. C.
  • Lisímaco obtuvo Tracia, donde gobernó muchos años, pero fue finalmente derrotado y muerto por Seleuco (281 a. C.)
  • Seleuco consiguió nadar y guardar la ropa aliándose con el bando oportuno en el momento adecuado. Finalmente se hizo con Babilonia y la mayoría de Asia. Fue el fundador de la dinastía Seleúcida, que gobernó hasta el año 64 a. C., cuando el romano Pompeyo el Grande desposeyó a sus últimos descendientes. Seleuco fue el último de los diacocos. Murió asesinado en 280 a. C. por el inestable hijo de Ptolomeo de Egipto, Ptolomeo Cerauno (el Rayo)

Antigono Monoftalmos, según una moneda Demetrio Poliorcetes Ptolomeo I Soter de Egipto Lisímaco

Con este suceso termina una época. Ahora será el turno de los epígonos, los sucesores de los diadocos, que seguirán manteniendo las hostilidades durante casi un siglo. Sólo conseguirán ir debilitando paulatinamente sus propios reinos, hasta el punto de que cuando los romanos aparezcan en escena, sólo tendrán que ir apoderándose de los restos del Imperio de Alejandro cual si fuera fruta madura. Tal vez el mayor legado que nos dejaron los duros generales macedonios sea lo que hoy denominamos Cultura Helénística, que extenderá el influjo de la cultura occidental hasta rincones tan lejanos como la India o Afganistán.